domingo, 20 de septiembre de 2009

¿Cómo deben reaccionar los padres frente a una pataleta de su hijo?

La pataleta es una reacción mediante la cual el niño manifiesta su descontento, incomodidad y frustración respecto a una situación puntual, que puede o no tener relación con el hecho que la gatilla, a veces es una sumatoria de circunstancias lo que la genera.
El niño está aprendiendo a discriminar entre lo que es bueno y lo que no lo es, no posee aún recursos comunicacionales, cognitivos ni afectivos que le permitan decir, expresar, lo que padece, necesita o desea. Para él solo existe algo incomodante que le frustra, que no acierta a postergar ni a resolver, porque no sabe como reaccionar y agitarse o sacudirse en el suelo, llorar y gritar, es su manera de simbolizar y manifestarse. Debiéramos reaccionar con calma y no concederle al niño, lo que en ese momento exige o desea, porque lo integrará como una manera eficaz de obtener lo que quiere y lo pondrá a prueba toda vez que lo necesite.
Se debe descartar que no sea hambre, sueño, frio, calor o enfermedad lo que podría estar afectándolo. Si la pataleta nos sorprende en un lugar público debemos retirarlo de alli, hacia un lugar más tranquilo, donde pueda respirar y calmarse un poco, donde también podamos calmarnos de la tensión y verguenza que suele provocar a los padres, el exponerse a esta exacerbada reacción del niño. Luego establecer contacto visual con él, ojalá al mismo nivel de modo que prime la cercanía, el contacto y el cariño más que la autoridad y amedrentamiento e intentar distraerlo del conflicto hasta llegar a casa. Si la pataleta se genera en el hogar debemos mantener siempre el control, evitar la violencia física y verbal, jamás devaluar, pues al propinarle un correctivo físico y/o gritarle solo se le atemoriza, seguramente seguirá llorando pero con un motivo adicional que será las nalgadas que le dimos y el resentimiento, que es lo peor, naturalmente con el consiguiente daño que eso supone. Debemos intentar captar su atención a través de frases cortas y claras, intentar distraerlo y si eso no da resultado, deberemos ignorarlo por un rato hasta que se calme. El objetivo de la pataleta es en la mayoría de los casos capturar nuestra atencíón, si él ve que no lo está logrando depondrá su actitud y el berrinche habrá terminado. Aquí es preciso detenernos un poco más, personalmente no estoy de acuerdo con dejar al niño completamente solo y mandarlo a su cuarto hasta que se le quite la pataleta, si bien es cierto es necesario una cuota de distanciamiento durante el peak del berrinche, luego debemos mantenernos cerca, el niño debe saber que estamos con él en las buenas y en las malas, sino desarrolla resentimiento y más ira,e integrará erróneamente que cuando tiene dificultades debe aislarse o recluirse en su habitación apartado de sus padres, lo cual es peligroso e inadecuado, pues implícitamente le estamos solicitando de manera ambivalente, que se calme solo, cuando de momento que hace una pataleta es porque carece de elementos suficientes para mantener el autocontrol, además la criatura se ha permitido ese estallido reactivo sólo con sus padres o personas cercanas porque confía en ellos y es cuando más hay que amarlo, pero manteniendo una dinámica disciplinaria que medie y no se extreme entre lo permisivo y lo estricto, hay que mantener firme las reglas y límites que son más trascendentes y a veces en lo posible tranzar en otras que lo promuevan y le hagan sentirse parte de un anclaje donde a él tambien es considerado. Si bien es cierto no podemos evitar el surgimiento de las pataletas, tampoco debemos dramatizar, ni sentirnos culpables o atemorizados por ellas, pues constituyen una reacción emocional natural, el niño esta aprendiendo y aprehendiendo el mundo, lo embargan un cúmulo de sensaciones y emociones nuevas y avasallantes que le sobrepasan, y a veces precisa liberar tensión, es entonces que requiere de nuestra ayuda y supervisión, de nuestra contención y guia en el facilitamiento para un desarrollo sano en la conquista de su individualidad. Para ello debemos testimoniar con nuestra propia actitud, a través de un ejemplo coherente y consistente, con normas y límites claros y en los que ambos padres estén de acuerdo, si es una familia caótica el tenderá a reproducir esas formas comportamentales, pues aprende imitando, requiere ser normado y adquirir hábitos para lograr certidumbre, disminuyendo así sus niveles de angustia, ansiedad y frustración, pues está descubriendo el mundo, independizándose de sus padres, no obstante desconoce sus limitaciones, la fragilidad y peligros que reviste dicho mundo, recién empieza a discriminar, sólo desea más independencia de la que sus habilidades reales permiten, en nombre de su protección y resguardo. En suma, cuando el niño haya recuperado el control, se debe hablar con él sobre lo acontecido en un contexto de cariño y respeto, con frases que él pueda comprender, utilizando idealmente un lenguaje referencial,sin reproches, sin promesas, sin ofrecimientos y haciéndole entender que no conseguirá nada con esas reacciones, haciéndole ver, que por el contrario, cuando él está calmado pueden disfrutar más tiempo juntos y acompañarse en otras actividades fuera de casa. Premiar avances. Esta es una etapa que pasará al cabo de un tiempo. A medida que el niño crece, se educa y relaciona con los demás, las pataletas se habrán disipado casi completamente.
Para Revista "CHIKITOS" de Panamá
por Nancy Fran Psicóloga. Santiago de Chile. Escrito hace aproximadamente 2 semanas · ·